El carismático chef fue objeto de un homenaje sorpresa en el restaurante de la Bodega Stratvs
Imaginen que a Lanzarote se le desprende un trocito de superficie. La isla no sería igual. El perfil cartográfico -el mapa- variaría. Algo similar ocurrirá, a partir de ahora, en la gastronomía insular. El chef Luis León Romero ha decidido poner punto y final a su trayectoria en la isla. Se va a Valencia, a completar el puzle vital y el tetris de los sentimientos familiares.
Este lunes, 18 de septiembre, compañeros de profesión quisieron brindarle un homenaje sorpresa. El lugar elegido fue el restaurante El Aljibe del Obispo, en la Bodega Stratvs. Hasta allí lo llevaron engañado, claro. No hubiese habido forma distinta de hacerlo. Luis León es tan grande en los fogones como humilde en su naturaleza.
Ocurre, sin embargo, que los profesionales de las cocinas de la isla son de la opinión de que el recorrido y la impronta que León deja en Lanzarote bien merecía un reconocimiento. La razón les asiste y, de este modo, lo envolvieron en esa emotiva atmósfera que se crea en los actos donde se mezcla el respeto y la admiración.
La chaquetilla y los nombres
Igual que a un melómano sería buena idea obsequiarlo con una edición inédita de su grupo favorito, a Luis León, apasionado de los fogones, pareció natural que el agasajo fuera una chaquetilla.
Porque Luis ha sido profesional de las cocinas, sí. Pero desde la pasión. Lo demuestra el hecho de que, a lo largo de su trayectoria en Lanzarote, no ha dudado en rociar con sus conocimientos a todo el que se lo ha pedido. Y al que no, también.
Pequeñas muestras: fue el primero en dar recetas a través de las radios locales; pionero de los programas de cocina en las televisiones insulares; ha impartido talleres en colegios y eventos municipales y ha participado en multitud de eventos gastronómicos representando a Lanzarote dentro y fuera de nuestras fronteras. Y ni ¡mu! si en algún momento -que los ha habido y más de los deseados- tocaba poner algo de su bolsillo. Porque hasta en eso ha sido un ejemplo de bonhomía.
La chaquetilla con la que los autores del homenaje sorpresa presentaron honores al chef Luis León Romero. Desde chefs a productores, pasando por empresarios y periodistas:
Cristóbal Sánchez; Juan Betancort; Abel del Rosario; Dailos Perdomo; Juan Perdomo; Maxi Vidal; Laurent Coutancier; Fernando Núñez; Germán Blanco; Pedro Nolla; Ernesto Palomar; Pedro Santana; Pedro Luis García; Joao Faraco; Juan Cabrera «Majorero»; Román Méndez; Marco Rodríguez; Juan Carlos Monzón; Toño «Cilantro»; Thevenaud Cristof; Daniel Calero; Nauzet Santana; Orlando Ortega; Antonio Hernández; Pepe Rodríguez y quien esto firma, Jaime Puig.
Difícil resumir toda una vida
Andaluz afincado en Lanzarote desde 1987, empezó muy joven aprendiendo en un tiempo en el que “no había escuelas al alcance para estudiar cocina”, explica. Comenzó en el hotel Condado de Barcelona como pinche de cocina a las órdenes de un cocinero galo con el que aprendió cocina catalana y francesa. Su paso por la ciudad condal fue solo el principio de un largo periplo por diferentes restaurantes y hoteles de varios países antes de llegar a Lanzarote.
Y en la isla, en donde aterrizó con aquellas técnicas de finales de los ochenta, ha visto evolucionar la cocina hasta llegar a donde hoy estamos. Muy lejos de aquellos años. En el tiempo y en la cocina que se ofrece. En realidad no es que haya visto evolucionar la cocina: él ha sido parte de esa evolución. La Ola, Puerto Viejo, Toro, Arena, Cala, Il Nonno, Carbón Carbón…y en cada uno de ellos -y de otros- un trocito de su alma.
En 2016 fue designado como uno de los 12 grandes chef de la cocina canaria. Y en 2021 el gobierno insular le otorga el galardón Distinguidos del Turismo en la modalidad de Personalidad. Y es tan grande su influencia en la gastronomía insular, que hasta cortos nos hemos quedado en comparación a sus méritos.
Lo mucho que deja
El trozo de tierra que se desprende de Lanzarote, siempre será Lanzarote. Allá donde lo lleven las corrientes. A Luis León Romero, cocinero de profesión, siempre lo vamos a tener muy presente todos los que lo conocemos y nos sentimos honrados con su amistad. Y él, allá donde le lleve la corriente de la vida -que deseamos larga y, por fin, tranquila- siempre será un trozo de Lanzarote.