El restaurante que dirige con éxito Víctor Betancort lidera una iniciativa que busca visibilizar los indudables activos del pueblo norteño
En 1991, cuando Lanzarote se ordenó urbanísticamente, el municipio de Haría -5.812 habitantes en la actualidad- renunció a la tarta turística en su territorio. Los tres núcleos costeros más destacados, Arrieta, Punta Mujeres y Órzola, junto con su parte del Charco del Palo, se iban a quedar sin hoteles. El posterior replanteamiento de la oferta alojativa, ha posibilitado que nazcan viviendas vacacionales y casas y pequeños hoteles rurales o emblemáticos, abiertos hoy día.
En la capital del municipio, el pueblo de Haría -1.040 habitantes en 2022-, hay en la actualidad medio millar de plazas alojativas. Sin embargo, a mediados de julio, la ocupación apenas llega al 50%. Los indudables encantos de la tranquila localidad, en el centro del Valle de las mil palmeras, no bastan para convencer a un tipo de turista que está esperando a que le indiquen por dónde se va.
Mayor promoción turística
Haría aguarda por un tipo de turismo enamorado de lo auténtico, de lo rural, de la cultura -la Casa Museo César Manrique está en el pueblo-, de senderos, de silencio y naturaleza, de charlas en la plaza, amante de pequeños o grandes paseos por su casco histórico y los caminos que rodean la silueta de la bruja en su escoba*. Y, por qué no, de la gastronomía.
Al margen de otras ofertas de buena cocina autóctona o de mercado, la plaza de Haría alberga Tacande (montaña o tierra quemada, en el diccionario de topónimos), restaurante que en poco tiempo se ha asomado a las dos principales guías gastronómicas de referencia, Michelin y Repsol, gracias a la ambición de su propietario, el joven emprendedor Víctor Betancort, y a su cocina, defendida por el no menos joven Daniel Jiménez. A lo que hay que unir un buen producto, de proximidad, y un atento y eficaz servicio en sala.
Experiencia Tacande
Betancort implicó a instituciones públicas y empresa privada para acercar hasta Haría a lo más destacado del periodismo gastronómico de Canarias y a uno de los blogueros de referencia del panorama nacional. En una jornada densa, el grupo pudo conocer el singular Mirador de Malpaso, con sus imponentes pasarelas que se prolongan sobre los valles de Temisa y Haría, y la Finca Agroambiental Los Lajares, una extensión aproximada de 100.000 m², antiguamente toda comunal, utilizada para pastoreo y recolección de leña. Una vez adquirida por el Ayuntamiento Haría, pasó a ser zona municipal. La explotación de esta finca, a las faldas del volcán de la Corona, actualmente es agrícola. Se cultivan viñedos y diferentes árboles frutales mediante un sistema de cultivo único: sobre una colada volcánica que no presenta tierra fértil, por lo que, el agricultor tuvo que traerla para crear suelo cultivable. Un paisaje agrícola único, conocido como Paisaje Agrícola de La Corona.
Tras reponer fuerzas en el Centro Socio Cultural La Tegala y recibir una clase magistral acerca del vino del norte y de la variedad local de uva, Lajiares, a cargo de la igualmente implicada en la promoción de Haría, Asociación de Amigos del Vino y el Queso, la expedición conoció El Aljibe, sala polivalente situada frente al Ayuntamiento, donde conocieron aspectos relacionados con la cultura tradicional de la localidad.
El menú Aganada
Haría es tierra de buen producto procedente del sector primario. Así que tras conocer, en práctica y teoría, su grandeza, tocaba ver las posibilidades en un menú gastronómico. Doce pases muy trabajados que conforman el llamado Menú Aganada y que contaron con maridaje de vinos de pequeñas bodegas de la isla –Maho y Akaet-, de Tenerife –Viñátigo– y La Palma –Llanos Negros– además del vermut Primo, de Lanzarote y el moscatel naturalmente dulce de Celso –Valle de Malpaso-.
Por las mesas de los comensales desfilaron clásicos entrantes: Pan aireado, Taco cabra satay, Trucha cochino Pekín y Carabinero de La Santa junto a dos no menos reconocibles Pulpo y Morena Frita.
Tras el pan, que ha llegado para quedarse como pase en los menús degustación, y que vio acompañado de AOVE Caldera de los Arroyo y mantequilla francesa, llegó el turno de otro clásico del local, Calamar a la carbonara canaria, la novedosa Ropa vieja de verano, el Cherne a la brasa y el Conejo al salmorejo.
El menú se remató con dos pases de postre: Cilantro cítrico y el Postre de Rosa, homenaje del chef a su madre.
El Legadito, inspirado en el Barraquito, pero a base de crema de gofio Puro Legado, coronó la Experiencia Tacande y, con ella, una de las primeras iniciativas público-privadas encaminadas a que Haría crezca como destino de un turismo exigente, respetuoso y sensible. Y disfrutón, porque Haría es para disfrutarlo.
(*) Visto desde lo alto, y en la noche, el pueblo de Haría iluminado parece recrear la silueta de una bruja montada en su escoba